martes 10 diciembre, 2024

Murió Stanislav Petrov, el hombre que evitó una guerra nuclear a escala global.

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Este militar ruso libró al mundo de un enfrentamiento nuclear en plena Guerra Fría.

El 26 de septiembre de 1983, el teniente coronel en las Fuerzas de Defensa Aérea Soviética, Stanislav Petrov, cambió de manera drástica la historia del planeta sin que muchos lo supieran.

Ese día, Stanislav Petrov estaba de servicio en Serpukhov-15, un bunker secreto a las afueras de Moscú. El trabajo de Petrov era tan simple como importante: realizar un seguimiento de Oko, el sistema de alerta temprana de la Unión Soviética para un posible ataque nuclear.

Poco después de la medianoche, empezaron a sonar las alarmas: uno de los satélites del sistema había detectado el lanzamiento de cinco misiles balísticos por parte de Estados Unidos.

Todos se dirigían hacia la URSS. Entonces los mapas electrónicos comenzaron a brillar, las alarmas se dispararon, y una pantalla roja iluminada parpadeaba con la palabra fatal e inequívoca: “LANZAMIENTO”.

Sin embargo, Petrov tenía un presentimiento que se basaba en el sentido común del hombre: la alarma indicaba que tan sólo cinco misiles se dirigían hacia la URSS. Sin embargo y según Petrov, si Estados Unidos hubiera lanzado un ataque nuclear, sería una cantidad misiles mayor que cinco.

Mientras tanto, el radar terrestre soviético estaba fallando a la hora de recoger pruebas que corroboraran los supuestos misiles entrantes, incluso después de varios minutos desde la alarma.

Pero por encima de todo, el asunto más importante era que Petrov no confiaba por completo en la exactitud de la tecnología soviética cuando se trataba de la detección de bombas. De hecho, posteriormente describió el sistema de alertas como “básico”.

Sea como fuere, tenía que tomar una decisión. ¿Qué hizo? Veamos, sólo había dos opciones: seguir el protocolo o confiar en su sentido común. A todo esto, el mundo probablemente dependía de su elección.

Petrov optó por confiar en sí mismo. Y sí, informó de la detección del satélite a sus superiores, pero lo hizo como una falsa alarma. Y acertó.

Efectivamente, Estados Unidos no había atacado a los soviéticos. Luego se supo que era una falsa alarma causada por una rara alineación de la luz solar que se reflejaba en las nubes, la cual fue confundida con un lanzamiento de misiles.

Una falsa alarma que, si no hubiera sido tratada como tal, pudo haber provocado un ataque nuclear en represalia contra Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Las consecuencias posteriores las dejamos a la imaginación de cada uno, pero posiblemente no serían nada buenas.

Años después, cuando Petrov ya estaba retirado y vivía en un pueblo cercano a Moscú, contó en algunas entrevistas que él no se sentía un héroe, “ese era mi trabajo, simplemente tuvimos suerte de que estuviera yo en el turno de esa noche”.

Lo cierto es que la historia de Petrov vio la luz gracias a Karl Schumacher, un activista político de Alemania que ayudó a que la noticia de su heroísmo alcanzara reconocimiento mundial hace casi dos décadas.

El pasado 7 de septiembre, Schumacher se enteró de que el oficial jubilado había muerto el pasado 19 de mayo en su casa.

Al igual que ocurrió con los acontecimientos del 26 de septiembre de 1983, Schumacher volvía a ser la persona que anunciaba al mundo la historia de Petrov.

En este caso la fatídica noticia de la muerte del hombre que, posiblemente, hizo que el mundo continuara el 27 de septiembre de 1983.

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