Los Rockets y los Clippers jugaron en San Diego, antes de irse a Houston y Los Ángeles.
Foto: Chargers.com.
La partida de Chargers ha sido la más dura, probablemente, para la afición de San Diego en la historia del deporte profesional de la ciudad. Fueron 56 años de victorias, hazañas, grandes momentos y leyendas del emparrillado.
Obviamente, no ha sido la única franquicia que ha partido a nuevos horizontes. He aquí un breve recuento.
ROCKETS EN 1971
Los San Diego Rockets fueron fundados en 1967 por Robert Breitbard, quien pagó una cuota inicial de 1,75 millones de dólares para unirse a la NBA, como equipo de expansión para la temporada 1967-68.
La Liga eligió a San Diego, basada en el fuerte crecimiento económico y demográfico de la ciudad, junto al éxito local de un equipo de hockey sobre hielo, los San Diego Gulls.
Debido al bajo rendimiento y baja asistencia por 4 años, Breitbard vendió la franquicia a Texas Sports Investments por 5.6 millones y se trasladó a Houston en 1971.
CLIPPERS EN 1984
En 1978, los Buffalo Braves se mudaron al sur de California y se rebautizaron como San Diego Clippers, siendo Irv Levin el dueño. Grandes jugadores pasaron por la duela de Sports Arena como World B. Free, Bill Walton y Terry Cummings.
Primera temporada fue deportivamente exitosa al conseguir un boleto a Playoffs, pero las cinco restantes fueron repletas de derrotas, lesiones y una afición que no se hacía presente en el inmueble (4 mil 500 personas por noche).
En 1982, Levin vendió el equipo a Donald Sterling por 12.5 millones, empresario que presionó a la NBA para trasladarlo equipo a Los Ángeles dos años después.
OTROS PROYECTOS
Muchas franquicias de otros rangos han ido y venido de San Diego. Los Sockers (futbol soccer), por ejemplo, han existido en tres diferentes etapas. Los Gulls (hockey) han estado en cinco. Incluso los Padres (béisbol) que jugaron en ligas menores desde 1936, hasta que ascendieron a MLB en 1969.
Los aficionados sandieguinos han sido heridos (figuradamente) por empresarios no identificados por la zona.
La historia habla.
