Seis familias pudieron tocarse por tres minutos después de muchos años de separación.
La puerta del cerco fronterizo en playas de Tijuana fue abierta nuevamente para permitir que familias separadas por la migración y deportación se abrazaran.
Esta vez fueron seis encuentros de tres minutos cada uno en los que pudieron tocarse después de muchos años de separación.
Los emotivos instantes bajo la mirada de las autoridades norteamericanas fueron como en las ocasiones anteriores justo en el límite entre ambos países.
Sonia López viajó desde el centro de la república exclusivamente para a abrazar a su hija que cumplió años.
Su hija Lízbeth, del otro lado de la frontera, aprovecho todo el tiempo disponible para que su madre abrazara también a su nieto.