El cerebro es capaz de cambiar de estructura debido a su plasticidad, lo que le permite formar diferentes conexiones neuronales en determinadas circunstancias. Además, el amor y odio conviven en la misma región cerebral y se activan ante el estímulo, como en el caso de la ínsula o quinto lóbulo cerebral. Lo que lleva a entender que este profundo sentimiento llamado “amor” es un reflejo de un área que se activa en el cerebro.