Muchos ya no saben ni lo que se meten en el cuerpo.
Aunque en la canalización, en la zona conocida como El Bordo de Tijuana, ya no hay indigentes, en las calles a los alrededores su presencia es cada vez mayor.
Es una triste postal humana, pues la mayoría están inmersos en la drogadicción.
Es tanta su adicción, que reconocen que les venden droga de mala calidad, ya no saben lo que introducen en su cuerpo.
La mayoría vivió en Estados Unidos y aseguran que la depresión los orilló a refugiarse en las sustancias prohibidas.
Duermen donde pueden, algunos reconocen que roban, otros limpian carros y recolectan basura para vender, sobre todo materiales de reciclado.
Ha habido esfuerzos aislados por tratar de integrarlos a la sociedad, pero nunca un plan integral, pues pareciera que el gasto que representaría no es prioritario para los gobiernos.