Lo explotaron deliberadamente para poner a prueba la presión durante vuelo.
Ingenieros de Vuelos Espaciales de la NASA, en Huntsville, Alabama, explotaron deliberadamente una versión de prueba del tanque propulsor del cohete más grande del mundo, el Space Launch System (SLS), para comprobar si el tanque soportaría mucha más presión de la que deberá en vuelo.
El tanque superó la prueba, resisitiendo más del 260 % de las cargas de vuelo esperadas durante más de cinco horas, momento en que ingenieros detectaron un punto de pandeo, que pronto derivó en una explosión.
«Llevamos este tanque a sus límites intencionadamente y lo rompimos porque empujar los sistemas hasta el punto de falla nos proporciona datos adicionales para ayudarnos a construir cohetes de manera inteligente», afirmó Neil Otte, ingeniero jefe de la Oficina de Etapas de SLS.
«Romper el tanque de propulsión ayudará a evolucionar de forma segura y eficiente el cohete a medida que se desarrollan nuestras misiones», agregó.